Fernando Gonzlez - Tumblr Posts
Decía Fernando González (Libro de los viajes o de las presencias)
Esta sociedad padece de necrofilia: atracción morbosa por los cadáveres. No gusta sino de cadáveres, que son tiesos e inofensivos, o de vivos que están aún más tiesos dentro de sus trajes y hábitos. Vivos que son muertos parados, tan inútiles como los que ya revientan espalda en las bóvedas de los cementerios. “Intuí el cadáver. Isaac, pensé, agoniza. Ya busca al Señor. Cuando uno agoniza (y la agonía y el tufillo de la cadaverina principian muchos años antes del certificado de defunción), ‘busca al Señor’... En la plenitud fisiológica, en las bodas y aun en los bautismos, los machuchos percibimos la cadaverina, los cadáveres, las heridas boquiabiertas y oímos a los demonios”.
Pero, en contra partida, esta sociedad sí le teme a los vivos-vivos, a los que huelen a semen, a semilla, porque están constantemente preñados de violencia y desafían el orden de los muertos. Dentro de una sociedad putrefacta la única manera de estar vivo es desafiando. Y cuando un vivo se muere fisiológicamente, ahí brinca la necrofilia para taparlo ligero, para aniquilar su semilla. Adorando al muerto que antes era silenciado se asegura el olvido de su vida.
Pero también hay muertos vivos. Aquellos tan preñados de vitalidad y de violencia que la muerte fisiológica no destruye su vivencia sino que la dispara, la riega.
Los negroides
XI
Hay en el hombre una edad vanidosa por excelencia, de los catorce a los veintiocho años. Es la edad del amor, o sea, de la figuración, del adorno.
Así tenía que ser, pues es la época en que se lleva alimento al espíritu. No está mal que el joven sea cada día de una escuela, que las recorra todas, que sea marxista, pesimista, ateo, místico, todo, todo en el curso de quince años.
Pero es preciso que el hombre se manifieste a los veintiocho años, que a esa edad comience a darle el colorido de su personalidad a todo lo que ha ingerido.
Que lea y observe mucho el joven; que viaje y mire; que se alimente. Pero a los veintiocho años debe recogerse y mirarse a sí mismo. A los veintiocho años no se debe leer sino meditar; en esos años llega el deber de la originalidad, de la auto-expresión.
En Suramérica permanecen los hombres siempre de lectores, siempre de viajeros. Tienen vergüenza de su propia alma; se quedan con los vestidos ajenos. Por eso he dicho en mis libros que todos, Laureano Gómez, Núñez, Caro, todos los jovencitos que han escrito y actuado en la Grancolombia, son púberes con barbas canosas. Aquí han creído que son frases graciosas; mis palabras son símbolos.
¿No es de vulgar observación que en Suramérica se lee mucho, que saben un poco de todo, que son vivarachos, etc.? ¿No está la explicación en lo que acabo de anotar? ¿No observan todos que a pesar de leer tanto y saber tanto, el suramericano nada crea? Pues muy fácil explicarlo: tienen vergüenza, simulan, leen, etc., porque están obligados por el coloniaje político, racial y literario, a considerarse como hijos de puta.
Me enorgullezco de ser el primero que ha estudiado y analizado el complejo que he llamado hijo de puta. Aquí han dicho que uso palabras inmundas; lo que sucede es que estudio problemas nuevos, suramericanos.
Resumen: a los 28 años llega el día de no leer sino de crear, o al morir se irá al limbo, donde están todos los suramericanos, menos Bolívar.

Muy pronto vamos a pensarnos Antioquia. Identidad y Memoria. ¿Vos cómo te la imaginás? #nuevaescuela
Muy pronto vamos a pensarnos Antioquia. Identidad y Memoria. ¿Vos cómo te la imaginás? #nuevaescuela
En Suramérica se ven narices, ojos, frentes, labios que son profundas simas, volcanes, desiertos, tempestades, perversiones; casi todo es monstruoso. Hay tanta variedad de formas y tan bruscas, tan sin acabado y armonía, que el biólogo no puede menos de pensar que aquí existe el porvenir y existe una antiestética realidad. Fernando González.
Suramérica es una raza en gestación; es el horno del hombre futuro; patria de cosas nuevas. Aquí es donde puede renovarse la expresión humana. El suramericano es hoy un animal apenas parecido al hombre. Fernando González.