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Pequea Bella Durmiente
Pequeña bella durmiente

Anime: Toradora
Rating: M
Pareja: Ryuuji & Taiga
Sinopsis: ¿Quién, en su sano juicio, se pasa tanto tiempo contemplando a una chica mientras duerme?... ¿Y en qué momento él se reunió con ella en la cama?, ¿en qué momento sus brazos la rodearon con suavidad sin que ella se despertase?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
Últimamente pasaba mucho tiempo mirándola.
En las clases, de camino a casa o al colegio, en su casa y, principalmente, en la de ella, en su recamara para ser más exactos.
Era como un ritual secreto, incluso se despertaba antes con la clara intención de venir aquí y pasarse largos minutos mirándola dormir, admirando cada pequeño detalle de la mujercita que descansaba en la inmensa cama con dosel. Cada una de sus facciones, su pequeño cuerpo acurrucado que se perdía entre las cobijas y el colchón, el largo cabello dorado esparcido alrededor de ella, creando la ilusión de una divinidad.
A veces la oía murmurar entre sueños y muchas otras era presa del mal humor de la joven, quien lo golpeaba sin piedad apenas despertaba, tachándolo de pervertido y acosador.
Ryuuji no negaba ni se defendía, porque a fin de cuentas, Taiga tenía razón, después de todo. . .
““¿Quién en su sano juicio se pasa tanto tiempo contemplando a una chica mientras duerme?.””
Pensaba el chico, torciendo las cejas y frunciendo el ceño, y es que ahora mismo la miraba con fijeza y llevaba. . . ¿qué?, veinte, treinta minutos sin apartar la mirada de aquella hermosa criatura, pendiente de toda ella, su cara, su pelo, su cuerpo, pero lo que más lo embelesaba era su respiración. El casi imperceptible subir y bajar de su pecho en cada respiración.
Lo llenaba de. . . ¿felicidad?, sí. Se sentía extrañamente feliz porque ella existía, porque Taiga estaba aquí y ahora con él. . . para él.
Con todo esto en la cabeza y sin siquiera ser consciente de ello, el peliazul acortó la distancia entre él y “la pequeña bella durmiente”.
¿En qué momento se reunió con ella en la cama?, ¿en qué momento sus brazos la rodearon con suavidad sin que ella se despertase?. . . ¿cuándo fue que acercó su rostro al de ella y aspiró su dulce aroma?. ¿Cómo es que ahora le susurraba al oído palabras dulces dedicadas para ella. . . solo para ella?.
* Taiga !. *
Su voz varonil emergió en un susurro al tiempo en que sus manos vagaron por el delicado cuerpo de la rubia hasta rodearle totalmente, anclándose en su vientre y pegándola más a él, que yacía acomodado justo de tras de ella.
* Ryu. . .Ryuuji !. *
Su nombre emergió de los lindos labios de la rubia en un susurro adormilado.
Afianzando un poco más su agarre, el joven no pudo más que sonreír con ternura al escuchar a su compañera. Sus labios se deslizaron por el cremoso cuello femenino, degustando la suavidad y el dulce sabor.
Fue al sentir las caricias del muchacho que Taiga entreabrió los ojos, confundida y con una extraña sensación de ansiedad. Tardó varios segundos en ser plenamente consciente de lo que estaba pasando, de lo que ese chico le estaba haciendo.
* ¡¿Ryuuji?!. *
La jovencita chilló escandalizada, tratando de alejarse y detener al peliazul, pero sus fuerzas resultaron nulas ante la férrea determinación de Takasu, por lo que lentamente, Taiga se fue rindiendo y dejó de luchar contra algo que también ella deseaba con todo su corazón.
Así, se dejó recorrer por las manos varoniles que nunca le parecieron tan suaves y protectoras como ahora. Fue maravillosa la sensación de ser besada por primera vez y por él precisamente. Le devolvió el beso sin reservas, convirtiendo aquel roce de ternura en un exigente baile entre sus labios y los del peliazul.
* ¡ Baka inu !. *
Le susurró ella, regalándole a su compañero la expresión más tierna, pues la rubia tenía las mejillas sonrojadas y sus ojitos titilantes no descuidaban en ningún momento la boca del chico, sin mencionar que sus largos cabellos dorados, esparcidos sobre la cama, le otorgaban un toque de sensualidad a su dueña.
Ryuuji sonrió levemente, todo en ella lo provocaba a tomarla para sí, hacerla suya, pero también lo movía a cuidarla, a ser por siempre su protector.
En una mezcla de todas aquellas emociones, las manos ansiosas del joven se aventuraron bajo el camisón de su compañera, explorando la exquisitez de su piel, recorriendo las firmes piernas y perdiéndose entre estas, encontrando el secreto de la intimidad femenina.
* N-no!, ¡ espera !. *
Pero él no la complació esta vez y sus dedos recorrieron la zona por encima de las braguitas para poco después hacer estas a un lado y acariciar la vulva directamente, provocando leves y entrecortados gemidos por parte de Taiga.
El joven adoró la suavidad de la delicada piel de esa zona femenina, ni que decir de la calidez que encontró cuando su dedo medio se perdió superficialmente en la intimidad de la chica.
* Mmm, Ryuuji, tu. . . pervertido !!. *
Se quejaba la rubia, sin darse cuenta que ella misma separaba las piernas cuanto podía, en espera de más de aquellas lujuriosas caricias y las delirantes sensaciones que le provocaban.
Taiga no supo por cuanto tiempo disfrutó de aquella caricia. En momentos parecía como si hubiesen pasado varios minutos, y a veces no creía haber durado así más de unos instantes.
Al final, los dedos del peliazul hicieron magia sobre el hinchado clítoris, que sobresalía ligeramente de los labios vaginales, como anhelante del placer que recibía.
Y fue tan insistente el muchacho en su afán de tocar a la pequeña chica, que las pulsaciones femeninas se desencadenaron con fuerza, recorriendo el vientre de la rubia y haciéndola gozar con locura, obligándola a arquearse y gemir audiblemente mientras apretaba los ojos con fuerza.
““Ryuuji, qué. . . ¡¿qué me hiciste?!.””
Pensaba la chica mientras buscaba los labios de compañero, encontrándolos en un beso desesperado que le supo a miel.
Era simplemente maravilloso, ¿por qué no lo había besado antes?. Le gustaba, le gustaba mucho y le resultó aún más delicioso el sentir la lengua de Takasu entrar en su boca, explorarla y entrelazarse con su propia lengua, jugando a esta travesura que bien sabia se tornaría en su adicción.
La rubia estaba tan entregada al apasionado beso que no fue consciente, como de muchas otras cosas esa mañana, de cómo fue que terminó bajo el varonil cuerpo de Takasu Ryuuji, o de cómo el chico se acomodó entre sus piernas para frotar su pene contra la vulva femenina, carente de vello; era tan suave y cálida que el chico dejó de pensar y tan solo se dejó llevar y deslizó su miembro a través de la vagina de la rubia.
Estaba tan concentrado en la deliciosa sensación que el joven no se detuvo a pensar en el dolor que le causaba a la chica. Es que se sentía tan jodidamente bien y el roce era en extremo placentero, que no se percató de que la razón de tanto gozo, la estrechez de Aisaka, era la razón de que a ella le doliese tanto.
* ¡ Baka, baka inu !. . . ittaaiii. . . !! *
Ryuuji se detuvo entonces, asustado al haber lastimado a la personita que el tanto quería proteger.
““Pero es que el gozo es tanto. . .””
Pensaba el muchacho, aun esforzándose por contenerse y no abandonarse a la tentación del ir y venir de sus caderas en busca de esa caricia tan placentera entre su pene y la vagina de la rubia.
No estaba seguro de cuánto tiempo permaneció quieto, en espera de que a Taiga se le pasara el dolor. Fue una verdadera tortura, pero para cuando se dio cuenta, la misma Aisaka era quien empujaba suavemente sus caderas contra las de él, buscando más de aquel placentero contacto, tan necesitado ahora.
* Ryu. . . Ryuujiii !!. . . *
* ¡ Taiga !. *
La rubia alzó los brazos, envolviendo a su compañero en un cálido abrazo.
Aferrados el uno al otro, como un náufrago a una estéril tabla; ambos jóvenes protagonizaron una danza tan antigua como la historia, buscando los labios del otro.
Y el peliazul no supo en qué momento se dejó llevar y comenzó a moverse con fuerza y rapidez, desesperado por sentir algo que prometía ser maravilloso, aunque nunca antes lo haya sentido.
Y no sabía si era solo lo físico, no. La suavidad y estrechez de su pequeña compañera era delicioso, sin duda, pero no era solamente algo carnal. Taiga era tan dulce y entregada en ese momento. Ahí, él supo que no quería estar con ninguna otra chica, ni siquiera con una con muchas más curvas; no quería hacer esto con nadie más.
El muchacho estaba tan concentrado en el placer, con los ojos cerrados, entregado y concentrado a tan fuerte e inexplicable experiencia, que el peliazul era ajeno a todo aquello fuera de aquella cama.
Solo existían él y la linda mujercita bajo su cuerpo, siendo acompañado por el placer que los recorría cada vez que el pene del joven se perdía en el apretado y mojado sexo de la rubia. En esos segundos, en lo más profundo del ser femenino, Takasu supo que había encontrado un paraíso y lo había hecho suyo.
Taiga estaba tanto o más perdida en sus emociones; nunca creyó estar en una situación íntima con un hombre, ni darle tantas libertades.
““Pero si iba a hacerlo con alguien, solo puedo pensar en él.””
Pensaba la jovencita, mirando fijamente la expresión de infinito placer de su compañero mientras este empujaba su duro miembro dentro de ella. Ella sonrió, el solo hecho de verlo, manteniendo él los ojos cerrados, al tiempo en que se clavaba en ella. . . la hacía feliz. . . y la ponía caliente.
Sabía que a él le gustaba lo que estaban haciendo. . . y a ella le hacía feliz saber que le estaba dando placer. Ella, no Minorin, ni ninguna otra.
Tras este pensamiento, la chica entrecerró los ojos, las constantes penetraciones de ese bastardo comenzaban a surtir efecto, se sentía cada vez más sofocada, sentía que algo venía y quería sentirlo.
* Ryuuji, ahhh!, más!. . . máasss !!. . . *
* Taiga, yo. . . ! *
El peliazul susurró el nombre de la rubia justo en su oído para luego morderle ligeramente la oreja. Siempre con los ojos cerrados, perdido en el placer. Sintiéndola cada vez más apretada y húmeda. . . tan caliente. Ella no pudo más. Un intenso cosquilleo nació en su vientre, recorriéndola totalmente los pies hasta la punta de los cabellos, haciéndola estremecer y a su sexo contraerse con fuerza casi salvaje, en un éxtasis avasallador.
Takasu abrió los ojos, sorprendido y encantado por la estrechez de su compañera. Era delicioso sentir como la piel interna de Taiga abrazaba con fuerza su pene. Esas dulces y salvajes pulsaciones fueron su perdición.
Apretando con fuerza los dientes, pero manteniendo los ojos bien abiertos esta vez, el peliazul fue vencido por el pacer y se corrió en el interior de la rubia.
¡ Que delicioso y extraordinario orgasmo lo recorrió !, mientras la miraba a ella venirse y bañar su miembro con su propio orgasmo femenino al tiempo en que su vagina seguía apretándolo sin misericordia, como tratando de extraer hasta la última gota de su semen y guardarlo en lo más profundo de sí. . . para siempre.
* Ahh, Taiga !!. *
Takasu se desplomó agotado sobre el pequeño cuerpo de su chica, respirando agitado mientras descansaba sobre los suaves y delicados montoncitos de carne que ella tenía como senos, siendo abrazado por la rubia sin apenas darse cuenta.
Silencio y paz los rodeaban. Ryuu se percató del desorden en que se convirtió la cama; sábanas mojadas y arrugadas, manchas de sangre, la sobrecama tirada en el suelo y ellos dos a media mañana, acostados en medio de aquel caos. Y por primera vez en su vida él no tenía esa obsesiva necesidad de acomodarlo todo.
““¡ Así está perfecto !.””
Pensaba, cerrando los ojos poco a poco, arrullado por las dulces y delicadas caricias de Taiga sobre su cabello, la joven sonreía más feliz que nunca. Quería muchos días y encuentros como este, con ese tonto entre sus brazos por una simple razón.
* ¡ Ai shiteru, Ryuuji no baka !. *
Susurró ella ya casi entre sueños poco antes de seguir al peliazul al mundo de los sueños.
Totalizado.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Regalo de día del “amor y la amistad” ^0^ .
Me gustó la mayor parte del fic, aunque al final sentí que estaba muy forzado y que le di muchas vueltas al asunto.
Con todo y eso, creo que la trama le quedaría muy bien al ichiruki, así que quizá más adelante adapte este fic a Bleach.
Me gusta Toradora, aunque es tan meloso que no me dio más ideas para escribir T-T .
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 13 de Marzo de 2014.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
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Durmiendo con el enemigo _C2_

Anime: InuYasha
Rating: M
Pareja: Sesshoumaru & Kagome
Sinopsis: No deseaba volver atrás, quería estar prisionera entre los brazos de un demonio, nada más que el amante perfecto. No deseaba la libertad, ya no más.
Advertencia: Lemon (NSFW)
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Por: Maeda Ai.
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.:: Capítulo 1 ::.
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* ¿Esperabas a alguien más?... *
Los ojos del yokai ardían por la cólera.
¿Acaso algún otro ya había venido aquí antes?... lo mataría si así fuere.
Sesshoumaru gruñó levemente, sujetando a Kagome por el brazo y empujándola dentro de la habitación, azotando la puerta con su cola esponjada.
* ¿Quién es él?, ¡dímelo!... * _Los misteriosos ojos del demonio brillaban intensamente_ * Es el lobo acaso?. *
La chica parpadeó unas cuantas veces.
¿Sería posible que Sesshoumaru estuviese celoso?.
““No, imposible... molesto quizás.””
Pensaba ella, después de todo, este hombre despreciaba a los humanos, y por tanto a ella.
El yokai oprimió con fuerza el brazo de Kagome, quien gimió levemente, tanto por el dolor cómo por el susto que se estaba llevando con este sujeto.
Más el ver la mueca de dolor en el bello rostro de la joven, lo hizo recuperar el autocontrol, tranquilizándose levemente. Al sentirse segura, Higurashi no pudo evitar el pensar en lo diferente que Sesshoumaru era de su medio hermano.
¿Qué le había pasado?. Nunca había perdido el control, por... ¡ celos !.
Desde que Rin apareció en su vida, se había vuelto, sin darse cuenta, un poco más tranquilo y ese era un proceso que Kagome iba a culminar... igual, sin que él pudiese siquiera imaginarlo, porque esto apenas había comenzado. Cómo prueba de ello estaba la curiosidad que esa mujer había despertado en él.
¿Pero qué diablos era lo que le interesaba de ella?, solo era una hembra humana, no más que carne suave y huesos frágiles. Pero no era su cuerpo débil, sino las sensaciones que la chica provocaba en el yokai.
Más calmado, pudo notar cómo la mujer temblaba ligera, pero nerviosamente; le tenía miedo.
Y no supo realmente que fue lo que lo impulsó; para cuando se dio cuenta, se encontraba rodeando la frágil figura femenina, su rostro hundido entre el cuello y el hombro de la joven, aspirando el agradable aroma que desprendían sus cabellos.
No le importó. . .
Era agradable, lo disfrutaba, quería estar así por largo rato, tenerla para él, solo para él. ¿Por qué no?, él era un hombre después de todo y tenía sus necesidades.
A Kagome, por su parte, por un momento se le detuvo el corazón por el miedo. Estaba entre los brazos de este demonio, podría destrozarla si la apretaba con tan solo un poco más de fuerza.
Más su corazón poco tardó en latir acelerado después de lo que vino. . .
Estaba aturdida, solo pudo ver su apuesto rostro por unos instantes, luego, los labios del yokai habían tomado los suyos en un beso.
““Él e-está besándome. . . “”
Pensaba la chica, aturdida, incrédula.
¿Qué estaba pasando?, ¿era esto un universo alterno?, él no era el verdadero Sesshoumaru. Fuese lo que fuese, poco importó, pues el contacto le resultó tan placentero a Higurashi, que al poco rato se encontró, sin siquiera pensarlo, correspondiendo aquel extraño y sorpresivo beso, permitiendo que el muchacho introdujera su lengua dentro de su boca; sus lenguas jugaban.
En ese momento, la temperatura en la habitación se tornó alta, siendo superada tan solo por el silencio, silencio que fue roto por un débil susurro de parte de Kagome.
* Rin. * _Alcanzó a decir entre besos._ * Esperaba a Rin. *
Sesshoumaru sonrió, rompiendo completamente el beso, mirando complacido las rojas mejillas de la chica, quien lo miraba embelesada.
La abrazó violentamente. . . así que todo se trataba de una niña; por una niña, se comportó como un imbécil, dejando la razón.
* A veces viene a que le cuente historias y termina por dormirse entre mis brazos. *
El yokai clavó la mirada en los profundos y oscuros ojos de la joven humana, quien sonrojada y temerosa, giró el rostro a un costado.
* No esta noche. * _Dijo el demonio, posando su mano sobre la mejilla de Kagome, obligándola suavemente a mirarlo._ * Pues tú y yo estaremos muy ocupados. *
Los ojos de la mujer se contrajeron.
Las palabras de Sesshoumaru tomaron sentido cuando sintió las manos de este, recorriendo los contornos de su cuerpo por encima de la ropa.
* Sesshoumaru, ¿qué, qué estás haciendo?, detente no, yo, aahhh. . . *
El yokai tomó nuevamente los labios de la joven antes de que esta pudiese terminar.
Tomándola entre sus brazos, el apuesto demonio la recostó sobre la cama, posándose encima de la fina figura de la mujer, aprisionándola bajo su propio cuerpo.
Aun mantenían el beso, beso que Kagome correspondía ya sin resistencia, jadeando suave y dulcemente. Sus manos aun la recorrían a placer aun por encima de la prenda que vestía, más no era la tela lo que quería sentir en ese momento, así que deslizó las manos debajo de la fina bata, palpando la suave y tibia piel de la mujer.
Ninguna de las hembras que tuvo en la cama, poseía una piel tan delicada, que lo invitara a perderse en su suavidad y dulce aroma.
Las ropas de la joven finalmente se deslizaron de su cuerpo para caer en el piso; las de él las siguieron.
Sesshoumaru la tocaba de tal manera, que ella creía que terminaría por desmayarse.
Era tal la pasión con que la tocaba en partes que la joven jamás hubiese imaginado, ni siquiera ella se había atrevido a tocarse para darse placer a sí misma y ahora, él. . . aahhh. . .
Toda su figura estaba expuesta ante el yokai, al natural, como debía ser. Más el demonio parecía prestar más atención a los senos de la mujer.
Kagome giró el rostro y apartó la mirada.
Los ojos del yokai centelleaban lujuria, sin esperar más, se inclinó para aprisionar el pequeño y duro pezón entre sus labios, primero lamiendo delicadamente y poco después, succionando con fervor.
Kagome gimió poco antes de separarse del demonio y cruzar los brazos sobre sus senos, cubriendo al menos un poco su desnudez.
* No te escondas de mi. *
El hombre prácticamente gruñó cerca del oído de la chica, notablemente molesto al sentir nuevamente el rechazo.
Pero ella simplemente parecía no querer mirarlo, a pesar de que Sesshoumaru deslizó su mano hasta posarse encima del pecho izquierdo de la humana, apretando levemente, haciéndola sonrojar.
* No. . . onegai. *
* ¿Qué?. *
* So, son pequeños. *
El yokai arqueó una ceja.
Así que era solo eso.
* Tonterías. *
Susurró él, acariciando una de las mejillas de la joven.
Créanlo o no, Sesshoumaru tenía sus propias preocupaciones, matarla por no controlar su fuerza era una de ellas, o ser demasiado grande como para que la humana pudiese soportarlo.
No dijo más, en cambio le rodeó la cintura y la acercó a él, pegando su pequeño cuerpo al suyo. Kagome por fin alzó el rostro, clavando la mirada en los místicos ojos del yokai.
Sorprendida, ¿cómo más podría estar al sentir algo duro y grande frotarse contra su vulva?. No tuvo tiempo para decir palabra alguna.
Sesshoumaru la tomó por la cintura y la sentó sobre sus caderas, delineando las suaves curvas que formaban aquella delicada figura.
* Eres perfecto !. *
Susurró la joven al sentir el miembro caliente frotando contra los pliegues externos de su vagina.
La chica se estiró, buscando un nuevo beso mientras comenzaba a ondular las caderas, buscando aquel pene que se clavaría en su interior.
Kagome se le estaba ofreciendo y él no esperó más, la tomó por las caderas; su pene apuntando directo a su vagina.
Sus cuerpos se sacudieron de placer por aquel primer contacto directo. Pero Sesshoumaru notó que la blanca piel de su amante se había estropeado en un lugar. . . una pequeña cicatriz en su cadera.
Sorprendido, el yokai la miró interrogante.
* La perla de shikon. * _Le dijo ella con voz suave, casi en un murmullo. Él la miró confundido, así que ella no tuvo más remedio que explicarle._ * E- estaba. . . dentro de mi cuerpo. *
Kagome desvió la mirada, recordando aquel momento en que conoció a InuYasha, la primera vez que vino al Sengoku.
Pero el demonio no podía apartar la mirada de aquella cicatriz, preguntándose: ¿cómo es que la joya fue extraída?.
* ¿Fue InuYasha?. *
* ¡No!. *
La mujer se sobresaltó, advirtiendo la mirada asesina de su acompañante.
Sesshoumaru quería matar a su hermano, Kagome podía leerlo en sus ojos.
* Él. . . él destruyó al yokai que lo hizo, solo eso. *
* Entonces, ¿cómo es que?... *
La joven sacudió la cabeza; no estaba de humor para hablar de eso.
En cambió, buscó los labios del hombre, incitándolo a olvidar todo eso y volver a concentrarse en el erotismo del momento.
Ella estaba lista para él, pero había un pensamiento que distraía al yokai.
Había tenido sexo con cuantas mujeres pudo, sin embargo, esta era la primera vez que estaba con una humana y era tan. . . extraño, pero maravilloso a la vez.
Las hembras de yokai se dejaban llevar por la lujuria y el acto era salvaje, con Kagome era diferente, ella era suave, delicada, tímida, increíblemente para Sesshoumaru, esto no le disgustaba cómo se suponía sería lógico, sino que le gustaba, hasta lo incitaba.
Ella era como su perfecta contraparte.
La pegó más a su cuerpo, clavándose suavemente en ella; apenas la sintió, supo que era demasiado estrecha para él.
Sesshoumaru le besó los hombros, controlando su impaciencia, su deseo. Podría penetrarla con fuerza, pero muerta no le serviría de nada.
Siguió besándola, penetrándola poco a poco, lento, esperando a que la humana se acostumbrase a tenerlo dentro suyo, que su pequeño cuerpo se amoldase a su tamaño, más grande de lo normal. Por supuesto, él era un yokai.
Hasta ahora todo iba bien, Kagome se quejaba débilmente, aun cuando sus músculos internos apretaban el miembro del demonio, dificultando la penetración.
* Aahhh!!. . . mmm. . . *
La joven gritó, aferrándose al hombre que acababa de clavar su pene con fuerza, de una sola vez hasta el fondo. Robándose su virginidad y causándole un dolor intenso.
El joven de plateados cabellos la sujetó de las caderas, sacando casi completamente su pene tan solo para clavarse nuevamente en ella.
Lágrimas resbalaron por el bello rostro de la mujer, lagrimas que mojaron el cuello y el hombro de su amante, quien no se detenía, seguía deslizándose dentro suyo, aliviando su dolor con placer.
Esa sensación de gozo que la hacía estremecer, temblar verdaderamente entre los brazos de aquel hombre joven y fuerte, que la estaba amando tan cabalmente.
Ese mecer casi salvaje de sus caderas que la estaba haciendo enloquecer, ese roce tan intimo, un empuje cada vez más profundo, cada vez más delicioso.
Sí, eso era, delicioso. . . un verdadero deleite sentir como los pliegues de la mujer se expandían para aceptarlo y confortarlo con su húmeda calidez.
Kagome respiraba agitada, su corazón latía cómo si fuese a colapsar, había perdido las fuerzas y solo era capaz de sentir como ese demonio la poseía de forma salvaje y sin embrago. . . era hermoso.
Sus ojos desbordaban lujuria, su rostro apuesto reflejaba el gozo que compartía con ella; sus fuertes brazos la aprisionaban contra su musculoso pecho. . .
““Perfecto.””
Pensó la humana, abandonándose al placer.
El constante y lascivo roce entre sus sexos tuvo su premio; Sesshoumaru se enterraba en ella con más fuerza, haciéndola jadear. Kagome arqueó la espalda mientras deliciosas pulsaciones nacieron en su vagina; el éxtasis la envolvió con fuerza y vigor.
Se estremeció gritando el nombre del yokai, apretando su duro miembro, obligándolo a regar su esencia en su interior, la chica se regocijó al sentir el fuego dentro de ella, quemándola de forma exquisita.
Sesshoumaru colapsó sobre el frágil cuerpo de la mujer, siendo recibido por sus cálidos brazos y sus suaves manos que no dejaban de acariciarlo.
Más el yokai se mantenía aun dentro de ella, su virilidad sin perder fuerza y dureza. . . quería más. Así que instantes después, el demonio comenzó a empujar las caderas nuevamente, clavándose e invadiendo una vez más en aquel pequeño cuerpo que tanto placer le había regalado.
““¿Otra vez?, ¿tan pronto?.””
Se preguntaba la joven, incrédula al sentir el vigor de su amante.
Ella sonrió, estaba feliz, temía tanto no haber sido del agrado del yokai, decepcionarlo en la intimidad, se moriría de tristeza después de lo mucho que disfrutó a su lado.
Pero no, el demonio no estaba decepcionado, al contrario, quería más, mucho más. Esa frágil figura de mujer humana que lo envolvió en el éxtasis total. Suave, delicada, quería sentir a su amante humana una vez más y otra vez y otra. . .
No obstante, Kagome curveó la cejas con tristeza.
Si llegaba a quedar embarazada. . .
““Sesshoumaru odia a los hanyous, y nuestros hijos no podrían ser más eso. . . si é no los ama por ser medios humanos, yo. . .””
Pensando la joven, ocultando su temor, no tenía caso hablar de eso ahora, quizá más adelante, cuando tuviese que enfrentar ese problema.
Por ahora, solo por ahora. . . quería disfrutar de este hombre tan perfecto.
Volvieron a entregarse por completo hasta alcanzar el clímax y caer agotados, pero satisfechos.
Esa fue la noche más hermosa para Kagome, no solo desde que el yokai la secuestrase, sino de toda su vida.
Se quedó dormida, decidiendo que quería más noches cómo esta.
Sesshoumaru por su parte, fue envuelto por un sueño tranquilo y relajador, como nunca en su larga vida.
~*~
~*~
~*~
El sol del medio día cobijaba los cuerpos de dos amantes cuyos cuerpos yacían entrelazados.
Kagome suspiró entre sueños mientras Sesshoumaru la contemplaba en silencio. No lo había notado antes, pero ella era muy hermosa, frágil, tenía la extraña sensación de que debía protegerla.
El yokai la acarició con delicadeza, mientras se acomodaba de tras de la joven, tomando su lugar entre sus piernas.
Rozó la punta de su pene en la entrada de la vagina de la humana, clavando tan solo la punta, despertando a la mujer.
Él la deseó desde el instante en que despertó, su pasión y su excitación a niveles ya insoportables. Ella despertó mientras era penetrada dulcemente, lentamente y con suavidad, entonces Kagome se arrodilló sobre la cama, recibiendo a su hombre.
Él le besó la espalda, sus garras deslizándose por la longitud de aquella linda figura, rodeando su pequeña cintura o deleitándose con sus suaves senos.
Cubriendo su cuerpo con el propio, Sesshoumaru empujó hondo, penetrándola desde atrás. Ella lo aceptó completamente mientras arqueaba la espalda, fue una maravillosa plenitud que ambos compartieron en un gemido.
Kagome se retorció bajo el cuerpo de aquel adonis, su hombre, su dueño.
Felizmente fue envuelta por el placer de las contracciones en su vagina, impulsadas por el bienvenido orgasmo, luego escuchó un profundo gemido por parte de su amante, quien poco tardó en llenarla con su semen.
Sus respiraciones agitadas y sus corazones desbocados.
Sesshoumaru supo en ese momento que no quería a ninguna otra mujer a su lado, ni siquiera a una yokai, mientras tanto, Kagome. . . ella no deseaba regresar con InuYasha, no si su felicidad se quedaba con el enemigo.
Quería ser la dichosa prisionera de un sanguinario demonio que en la intimidad podía llegar a ser el amante perfecto, dedicado e insaciable.
Era feliz a su lado, no deseaba la libertad, ya no más. . .
Finalizado.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
ALELUYA.
Me tardé años en terminar esta historia; recuerdo que leí algún fic en inglés y me dije: vaya, quiero escribir algo similar, pero ya ni recuerdo cómo se llamaba aquel fic, ni hablar T-T.
Me gusta como quedó esta historia, pero siento que debió ser un poco más fuertecillo ^0^.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 27 de Mayo de 2007.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Es como volver a empezar _C7_

Anime: Shaman King
Rating: M
Pareja: Horo Horo & Anna
Sinopsis: Después de la muerte de Yoh, hay alguien que se preocupa por Anna. Pero, ¿él?... ¿por qué él?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 7: “Matándolo suavemente con sus palabras” ::.
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Desnuda, disfrutando de las aguas termales, Anna yacía recargada sobre una de las rocas de la orilla; su cuerpo cubierto por el cálido líquido, dejando solo al descubierto la pálida piel de su espalda.
Pensaba, pensaba mucho en lo que a su relación con el shaman de hielo se refería.
¿Qué hacer?, se hallaba muy confundida, en verdad había sido tan egoísta y ni siquiera se dio cuenta.
* Es que así es el amor, egoísta. *
La rubia itako decía para sí en apenas un susurro.
Y es que después de pensarlo tanto, aquellas palabras tenían mucha lógica. A veces somos tan felices, que solo se es capaz de ver lo que los ojos y el corazón quieren ver: felicidad. Tan es así, que al ser felices a plenitud, llegamos a pensar que a quien se ama es feliz de igual manera, más no siempre es así.
* Ah, y ahora, ¿qué voy a hacer?. *
Anna cerró los ojos mientras un sutil tono rosa teñía sus mejillas debido al calor del lugar.
Sumida en sus pensamientos, cuenta no se dio de que alguien más compartía con ella el calor de las aguas desde hacía varios minutos.
A escasos metros, Horo Horo contemplaba, excitado, la bella figura femenina que ante él se mostraba.
¡ POR KAMI !, se sorprendía de no haberla tomado desde el momento en que se sumergió en las termas. Sonrió travieso. . .
* Eso tiene solución. *
Apenas susurró tan corta frase, se acercó tranquilo a la joven que aun ajena a su presencia, abrazaba una roca. Y él se sintió estúpido, sentía celos, Anna solo descansaba, solo eso.
El ainu se posó suavemente detrás de ella, pegando totalmente sus cuerpos; sus manos deslizándose delicadamente por los contornos curvilíneos de la rubia itako, hasta entrelazarse con las propias manos de su amante.
Horo suspiró profundamente mientras recargaba la cabeza sobre los cabellos dorados de Anna, aspirando aquel agradable aroma a violetas; cerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que la sacerdotisa provocaba en él.
* Te amo. *
Le dijo el shaman, haciéndola temblar casi imperceptiblemente.
Pronto, los cálidos labios del peliazul iniciaron un recorrido de pasión, estacionados por largos momentos en la suave piel del cuello de Kyouyama, mordiendo, succionando, marcándola como su territorio.
Anna suspiraba y respiraba con agitación tratando de resistirse, si continuaba este romance, el muchacho renunciaría a sus sueños. . . y eso no sería justo.
Más los morosos besos del ainu, sin mencionar las ansiosas manos de este que se deslizaron, intrusas, en su intimidad, la hicieron ceder completamente.
* Ah, espera. *
Sonrojada, con entrecerrados ojos, Anna solo se limitaba a sentir como el shaman de hielo exploraba su sexo. Y dándole aun la espalda, la mujer separó un poco las piernas, permitiéndole al joven introducir en ella sus traviesos dedos a su entero gusto.
* Te deseo tanto. *
La rubia jadeaba; podía sentir el cálido aliento de Horo Horo, sobre su cuello o susurrándole suaves palabras al oído, que la hacían estremecer.
Más aun, la entrecortada respiración del muchacho la volvía loca, no podía pensar en otra cosa que no fuera hacer el amor con él.
* Ah, Horokeu. *
Ella gimió profundamente.
El ainu deslizaba un par de sus dedos, acariciando insistentemente su clítoris; hundiendo ocasionalmente el dedo medio en la intimidad de la joven.
Lo excitaba tanto como la rubia se dejaba hacer, la forma en que gemía y la manera en que levantaba las caderas buscando que el contacto fuese mayor.
* Te gusta, lo sé. *
Palabras que formaron susurros.
Horo Horo estaba ansioso, sus manos recorrían sin control la delgada figura femenina hasta detenerse cada una sobre los bien formados pechos de Anna. . . la parte que más le gustaba de aquella perfecta anatomía.
El shaman estrujaba con ligera fuerza aquel par de senos, arrancando gemidos de los labios de la itako, quien agradada, sentía como su amante jugaba entretenido con sus suaves esferas de mujer.
Después de un rato, el shaman de hielo se detuvo; con un suave movimiento giró a la joven para quedar frente a frente. . . y se aferró a ella con labios y dientes, sorprendiéndola y haciéndola gritar de placer.
Horo estrechaba con fuerza la diminuta cintura de su mujer, mientras se deleitaba con sus preciosos senos, probándolos desquiciadamente, besándolos, succionándolos, hasta mordiendo ligeramente los duros pezones que coronaban el mayor atractivo de la chica.
Por su parte, Anna se mordía el labio inferior tratando de no gritar, el gozo era tanto que creía que no lo iba a soportar.
Recargada aun sobre la roca, la sacerdotisa miraba embelesada la luna, al tiempo que su amante seguía incansable en su trabajo de amarla.
Finalmente, el Usui atrapó los labios de Anna con los propios, desesperado, queriendo comerla a besos.
* Anna, no puedo más. *
Le dijo él, aferrándose con fuerza a su cintura, mordiendo suavemente la oreja izquierda de la joven.
* Yo igual. . . quiero más. *
El shaman de hielo no pudo más que sonreír; no esperó más!, alzó ligeramente a la chica, tomándola por las caderas y haciéndola bajar casi inmediatamente, guiando su erecto pene hacia la intimidad de la itako.
Pero se detuvo sin entrar en ella; comenzó a deslizar la punta de su miembro sobre los labios vaginales de la mujer.
* Oh, Horo, perverso. *
* No finjas, adoras esto. *
Ese descarado tenía razón. A ella le encantaba que acariciase de aquella forma su intimidad; sentir la caliente punta de la masculinidad del muchacho, la desesperaba, se llenaba de ansias y no podía esperar a ser penetrada, sin mencionar la excitante y morbosa sensación que esto le producía.
Y siguieron así por un rato más, disfrutando del contacto superficial entre sus sexos, mientras clavaban sus miradas el uno en el otro.
* ¿Qué dices?. . . continuamos?. *
* Idiota !. *
Horo Horo sonrió.
““Casi como la hacía Yoh.””
Pensaba la itako.
Sí, él es tan alegre como lo fue Yoh, y esa sonrisa suya a veces le recordaba al Shaman King, más la sonrisa del ainu era más picara, más traviesa. . . y así le gusta a Anna, lo adora.
Así que ella también sonrió, lo hizo de una forma casi perversa.
La rubia se aferró al cuello de su amante con sus brazos, mientras le rodeaba hasta cruzar las piernas por la espalda del joven. . . bajando suavemente las caderas, ella sola hizo que el duro pene de Horokeu entrase en ella con lentitud.
Ambos suspiraron profunda y tranquilamente al principio, más fuerte y entrecortados conforme se deslizaba la hombría del peliazul en la intimidad de la sacerdotisa.
Con un suave subir y bajar de sus caderas, Anna volvió loco de placer a su compañero, sumado a esto estaban las sensaciones que el agua provocaba en combinación con el roce de sus cuerpos, era delicioso, inigualable.
El agua, la noche, las estrellas. . . todo en combinación formaron la situación más erótica que ambos jóvenes habían compartido hasta ahora.
Y así, con el agua caliente cubriendo la mitad de sus cuerpos, hacían el amor; él mordisqueando con suavidad los botones rosados que adornaban los perfectos senos.
Pronto el calor de los amantes, sumado al de las termas, se tornó insoportable y el placer era tanto que el subir y bajar de sus caderas se volvió fuerte, rápido, desesperado, casi brusco, provocando que los gemidos de Anna se tornaran sonoros y prolongados. . .
““Una dulce melodía.””
Pensaba el peliazul sin poder ya apartar la mirada de la belleza desnuda que entre sus brazos, se entregaba a él.
Tan bella, tan intensa. . . tan Anna.
* Te amo. *
Horo Horo habló sin pensar.
Jadeante, entrecortado. Que increíble que semejantes palabras salieran de su boca en medio de tanta excitación.
Anna lo besó con desesperación, acariciando una de las mejillas del peliazul.
Él seguía penetrándola, disfrutando de la deliciosa sensación que experimentaba con cada embestida.
La intimidad de Anna abrazaba y oprimía su miembro, como deseosa de retenerlo ahí, dentro de ella. . . y así era.
El roce, la constante fricción entre sus sexos, todo aquello logró que la excitación aumentara. Y pronto, Horo Horo forzó su hombría con mayor fuerza dentro de la vagina de la itako. El placer los obligó a romper el beso que hasta ahora habían mantenido.
Y Anna rodeó el cuello del shaman, soltando gemidos que llegaban a oídos de su joven amante.
No podía más, el gozo recorría todo su cuerpo y una deliciosa sensación comenzaba a formarse en su vientre.
* Oh, Ho-Horo Horo. . . *
Sus cuerpos danzaban con un vaivén de sincronía, mientras Anna jadeaba intranquila; y ya no pudo más, su cuerpo tembló entre espasmos de placer, arqueando la espalda y lanzando un sonoro gemido que entonaba el nombre del ainu, recibió satisfecha el orgasmo que recorrió su cuerpo, agotándola por completo y provocando que las paredes de su vagina se contrajeran y abrazaran fuertemente la virilidad del shaman del norte, quien no pudo contener el semen que su miembro expulsó por tanta excitación y placer, desbordándose en la intimidad de la rubia.
Ambos jóvenes respiraban agitados, aun moviéndose suavemente. Horo Horo aun con su hombría enterrada dentro de la mujer.
Compartían cortos besos y los susurros que formaban palabras y promesas de amor los acompañaron por largo rato. Pero unas cuantas de aquellas palabras hicieron que Anna perdiera bruscamente el encanto que su amante le había regalado.
* Ya no me importa nada más, solo tu, Anna. . . Ai shiteru. *
Kyouyama se congeló al escucharlo, tanto amor y placer la habían hecho olvidarse de algo que venía atormentándola desde hace poco.
Su mirada, antes llena de calidez por haber hecho el amor con el peliazul, se volvió seria, fría como siempre.
Se separó del shaman sin decir nada más, provocando desconcierto al muchacho, quien no entendía que le pasaba a su amante.
““Quizá no está tan satisfecha como yo lo estoy.””
Pensó Horokeu, agitando la cabeza y descartando casi inmediatamente esa idea.
No, esos besos, sus caricias, sus constantes gemidos le habían demostrado cuan grande fue el placer que le hizo sentir al unir sus cuerpos.
Ella se detuvo aun dentro de las aguas termales.
Y dándole la espalda al hombre que conocía ya cada rincón de su cuerpo, dispuesta estaba a romperle el corazón. . .
* No vuelvas a tocarme. Lo he estado pensando y he decidido que ya no me casaré contigo. *
Y así como así, Anna salió de las termas sin siquiera cubrirse, dejando al muchacho más que sorprendido. No comprendía porque de repente ella se comportaba de esa forma y le decía cosas que lo lastimaban.
Con pupilas descoloridas y contraídas, la expresión de Horo Horo delataba la sorpresa y el dolor que las palabras de la sacerdotisa le hicieron y le hacían sentir. . .
Palabras que resonaban en su cabeza una y otra vez, palabras. . . que lo mataban suavemente.
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Amor, sexo y. . . un corazón hecho pedazos.
Haciendo el amor en las aguas termales, el ambiente y la temperatura perfectos.
No separaré a estos enamorados por mucho tiempo, simplemente no puedo, así que aun habrá un poco más de romance y tan solo una última sesión de lemon ^¬^’.
—I love HOROxANNA—.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 25 de Mayo de 2005.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
|| Capítulo 8 ||
Es como volver a empezar _C10_

Anime: Shaman King
Rating: M
Pareja: Horo Horo & Anna
Sinopsis: Después de la muerte de Yoh, hay alguien que se preocupa por Anna. Pero, ¿él?... ¿por qué él?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 10: “Y no es una nueva vida” ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
El peliazul la miraba con cierto enojo; ella no debía estar aquí, podría hacerse daño, lastimarse.
* Anna, deberías estar en la casa, descansando. *
Le dijo el muchacho, sosteniéndola firmemente de los hombros, tratando de hacerle entender.
* ¿Crees que vine a ayudarte a plantar arbolitos?. Pobre idiota !. *
La voz de la rubia sonaba fría e indiferente; ni siquiera su estado actual la ablandaba un poco.
* Toma. * _Anna le entregó un paquete perfectamente envuelto en un pañuelo._ * Se te olvidó esto. *
Horo Horo la miró sorprendido, ella había caminado por más de treinta minutos tan solo para traerle su almuerzo que se le había olvidado en. . . un momento.
* Anna, se me hizo tarde en la mañana y no tuve tiempo de prepararlo. *
* Ya lo sé, baka !, Yo lo hice para ti. *
* ¡Tonta!, te he dicho que te cuides, ¿por qué no me haces caso?. *
La voz del shaman de hielo sonaba dura, aunque con un sutil aire de preocupación.
La sacerdotisa giró sus negros ojos a un costado, ignorándolo completamente y caminó hasta sentarse sobre una roca. No es que no le gustara que el ainu se preocupase por ella. . .
““Es solo que a veces, me sofoca.””
Pensaba la chica, mientras preparaba todo para que el muchacho degustara de su comida.
Más el peliazul seguía ahí de pie, mirándola con desaprobación; ahora sí parecía estar muy disgustado con ella.
* Vamos, ya quita esa cara, no me va a pasar nada con tan solo cocinar un poco de curri. *
Le dijo Anna, mostrando una sutil, pero hermosa, sonrisa que simplemente “desarmó” al shaman.
Horo cerró los ojos y suspiró resignado mientras se sentaba sobre la hierba del campo, al lado de la rubia.
Comenzó a comer en silencio, analizando un poco su actitud hacia Kyouyama; en verdad trataba de no ser tan exagerado y comportarse más tranquilo, pero le era muy difícil. Amaba tanto a esa amargada mujer, y ahora con lo de su embarazo, pues...
* Te ves muy linda. *
La voz dulce de su compañero la hizo sonrojarse.
Horokeu la abrazó delicadamente, al tiempo que la miraba con un amplia sonrisa que pareció contagiarle, pues la itako no pudo evitar sonreírle, aunque más sutilmente.
Anna cerró los ojos y giró el rostro a un costado, evitando el contacto visual con el que desde hace varios meses era su compañero.
* Sí, claro. Dudo que pienses lo mismo cuando tenga más de ocho meses y me vea tan gorda como una pelota de playa. *
* Ja,ja,ja, ¿me crees capaz de burlarme de ti?. No podría, no de la madre de mi hijo. *
Le dijo él, posando una mano sobre el vientre ligeramente abultado de la rubia.
Cinco meses de embarazo y este apenas comenzaba a notarse.
El ainu no pudo evitar recordar aquella vez en que Anna le diese la noticia.
~*~
~*~
~*~
La había visto tejer por lo menos dos semanas antes y él, tan tonto y distraído. . . ahora le causaban risa las palabras que le dijo. . .
* Oye, Anna, esto no ve va a quedar. *
Le decía, sosteniendo un pequeño suéter azul celeste.
Es que, si ya antes le había tejido ropa y sabía su talla, ¿por qué esta vez la hizo tan pequeña?.
* ¡ Si serás idiota !, no es para ti. *
* Entonces, ¿para quién?. *
La pregunta del shaman sonó tan inocente, más obtuvo la fría, fija y penetrante mirada de la itako, entonces, una de sus neuronas pareció trabajar. . .
* Es acaso lo que estoy pensando, Anna?, ¿estás esperando un bebé?. ¿Por qué no me lo habías dicho?. *
Tantas preguntas y la sacerdotisa tan callada y aun dolida con él.
Ese idiota !, por supuesto que ya se lo había dicho, precisamente la semana pasada, pero ese estúpido estaba tan “concentrado” devorando la cena de aquella noche, que no le prestó atención.
Usui se sentía como un patán; sin querer la había lastimado.
Anna miraba a un costado, claramente enfadad y triste por culpa suya, pero quizás también por los cambios que afectaban su estado de animo.
El shaman la miró enternecido; acercándose a la mujer, se arrodilló frente a ella, recargando la cabeza sobre sus piernas, muy cerca del vientre de la chica.
* Hola, bebé. . . * _Decía el ainu, acariciando con suavidad el vientre de su compañera._ * Yo soy tu padre. *
* Oh, Horokeu. *
Anna no pudo evitar sonreír, llena de felicidad y ternura.
El peliazul siempre sabía como hacerle olvidar todo disgusto.
~*~
~*~
~*~
Los labios de la rubia formaron una pequeña sonrisa al recordar esa ocasión.
Y dejó que su mente divagara un poquito más.
Es que nunca creyó que terminaría siendo la pareja del shaman de hielo.
La vida tranquila y sin preocupaciones que siempre quiso, la vivió al lado de Yoh, más todo aquello se vino abajo cuando murió el primer, y a quien siempre creyó el único, hombre de su vida.
““Y luego él. . . Horo Horo me hizo amar otra vez. ¿Quién lo diría?.””
Pensaba Kyouyama, con la mirada pérdida en el campo de plantas del ainu.
Ella había plantado el primer árbol y nada más. El shaman no la dejaba hacer casi nada, pero se sentía feliz de que el peliazul estuviese trabajando duro para ver realizado su sueño de un campo de plantas, el cual por ahora era pequeño, pero después, con el tiempo. . .
““Será un lugar enorme y hermoso.””
Pensó la sacerdotisa, completamente orgullosa del joven, quien le hablaba con voz suave, tratando de acaparar su atención.
* Anna. *
* Mmm. *
* Cuando nuestro hijo nazca. . . casémonos. *
La itako lo miró con sorpresa y emoción.
Hacía mucho tiempo que Horo Horo no mencionaba nada sobre el matrimonio.
* Pero no quiero que después te arrepientas de haberte casado con una mujer amargada. *
Le dijo ella, con voz divertida.
* Eso no pasará. Ven, te llevaré a casa. *
Anna aceptó la mano del peliazul.
Y caminaron tomados de la mano, de regreso a su hogar. Anna recargó la cabeza en el hombro del ainu; una linda sonrisa adornando su bello rostro.
Era muy feliz, estar al lado de Horokeu, enamorada una vez más, era maravilloso.
Y aunque a veces recordaba a Yoh y se preguntaba como serían las cosas si él no hubiese muerto, solo puede pensar que igual sería feliz, aunque quizá de distinta manera, en otro lugar, con otras experiencias.
““Más trato de no pensar mucho en ello, no tiene caso.””
Eran los pensamientos de la rubia, que no se arrepentía del rumbo que había tomado su vida, todo lo contrario. . .
* Te amo. . . arigatou.*
* Eh. Y eso?, ¿a qué se debe?. *
* Por estar conmigo y hacerme vivir este presente. *
La felicidad, el amor. . . la tranquilidad que tanto deseaba, todo había vuelto.
Y no es una nueva vida. . .
Es solo volver a empezar.
Finalizado.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
POR FIN !!.
Mucho amor, mucha ternura, mucha miel, nada de lemon ^^’.
Me gustó este final, donde la itako esta feliz con lo que tiene y no lo cambiaría por nada, ni por el pasado. Y hasta les di un pequeño regalo ^o^.
—I love HOROxANNA—.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 25 de Mayo de 2005.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Es como volver a empezar _C2_

Anime: Shaman King
Rating: M
Pareja: Horo Horo & Anna
Sinopsis: Después de la muerte de Yoh, hay alguien que se preocupa por Anna. Pero, ¿él?... ¿por qué él?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 2: “Y no quiero que él también se vaya” ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces?; días, meses...
* Ya más de un año... *
Anna suspiró ante el dolor, dolor al cual parecía haberse acostumbrado.
Aquel fue el único día que lloró, fueron tantas lágrimas que llegó a pensar que se le habían acabado. Quizá se desahogó por completo y eso fue lo mejor. Pero la mujer se sumergía en el mar de recuerdos y sentimientos de los cuales era presa diaria.
Distraída, con la mirada pérdida en el vacío de la oscura noche, la nada, no se percató de que alguien más estaba con ella, hasta que una rosa de hielo apareció frente a sus ojos.
Ligeramente sorprendida, la tomó entre sus manos, mirándola con aparente indiferencia; giró el rostro encontrándose con aquella tonta sonrisa. Tan parecida y tan distinta a la vez a la de aquel hombre, pero no !... no era él.
El hombre que ahora está junto a ella es mucho más holgazán, distraído, irresponsable y descarado.
* ¿Sigues aquí?. *
Le preguntó, a pesar de que su compañero llevaba varios meses de visita en la pensión.
Él solo suavizó su tonta sonrisa y se sentó al lado de la rubia, permaneciendo en silencio por un rato; ambos, sin decir nada más.
Para ella estaba bien; durante todo ese tiempo este shaman la había estado acompañando como ninguna otra persona. Fue el único testigo de su dolor y el único que permaneció a su lado después de la muerte de Yoh, los demás amigos de su esposo simplemente no volvieron, cada uno siguió sus vidas, alejándose de ella.
Era comprensible, después de todo el importante era el heredero Asakura, no ella, quizá por eso no entendía por qué éste chico permanecía aquí, como si ella también le importase... no lo entendía.
* Horo... *
Su voz fue un suave suspiro que llegó a oídos del ainu quien de inmediato posó la mirada sobre la hermosa joven rubia.
* Tú sabes que lo amaba... sabes que sí. *
El muchacho se limitó a guardar silencio.
Que la chica de pronto le confesara su sentir sin razón aparente, solo significaba que no deseaba sentirse sola, así que la abrazó, la estrechó entre sus brazos, recargándola contra su pecho mientras el silencio volvía a reinar el lugar.
No era ésta la primera vez que la sacerdotisa encontraba tranquilidad y apoyo en el abrazo del chico peliazul, no. La primera fue aquella tarde después de que su esposo la dejó, luego se dieron algunas ocasiones más, y ahora ésta.
En todo ese tiempo se habían acostumbrado el uno al otro; y aunque Anna no lo dijera, apreciaba la compañía del ainu, sino fuese por su presencia se hubiese dejado devorar por la tristeza y la soledad, no hubiese podido sobrellevar la ausencia de Yoh. Y ahora estar entre sus brazos, le resultaba tan natural.
* Anna, yo... * _ Pero escuchó su voz varonil interrumpir el cómodo silencio._ * Mañana regresaré a Hokkaido. *
La chica curveó ligeramente una de sus cejas; eso significaba que estaría completamente sola durante tiempo indefinido.
En los últimos meses, Horo Horo pasaba más tiempo en Funbari que en su tierra natal, y aunque varias veces regresó al norte, tardaba más en pensar en ello que en volver a la pensión.
Cuándo Yoh murió, el peliazul permaneció a su lado por más de cinco meses, luego regresó a Hokkaido por tan solo un par de semanas.
* Me estoy acostumbrando al clima de Funbari Ouka. *
Le dijo aquella vez.
Pero no importaba cual fuera la razón, ni si de vez en cuando peleaban, de acuerdo casi a diario, mucho menos si el record de sus conversaciones apenas había alcanzado los veinte minutos... le gustaba su compañía y eso era algo que no podía negarse a sí misma.
Quizá por ello le entristecieron sus palabras, quizá solo era incomodidad, solo costumbre... no obstante, últimamente pensaba que el estar con él, para ella significaba más que eso... mucho más. Por ello tenía deseos de pedirle que se quedara, cosa que no haría ni en el más loco sueño.
Más Anna no dijo palabra alguna, solo acomodó la cabeza sobre el pecho del joven, dejando que este acariciara su rubio cabello, y como si la hubiese arrullado, la itako permitió que el sueño le cerrara los ojos.
Horo Horo la observó atento por largo rato, la tranquilidad que reflejaba ese bello rostro lo llenaba de paz; por alguna razón, sentía que podía observarla por siempre, así entre sus brazos, y no cansarse de ello.
De pronto a su mente llegó el recuerdo de su amigo Yoh y una corta platica que tuvieron hace ya tanto tiempo...
* Podría embriagar a mis ojos con su hermosa imagen y ni siquiera cansarme un segundo. *
Esas fueron las palabras del Shaman King.
Por aquel entonces, Horo Horo no lo entendió e incluso lo creyó un completo imbécil por referirse a la itako con esas palabras.
* Más ahora entiendo a que te referías... amigo Yoh. *
La voz del ainu fue tan silenciosa que difícilmente hubiese despertado a la rubia.
Con una ligera sonrisa adornándole el rostro, suavemente tomó entre sus brazos a la chica, llevándola hasta su habitación donde podía descansar más cómoda.
Se iría mañana por la mañana y si ella no despertaba para entonces seguro no podría despedirse.
Fueron muchos pensamientos los que a su mente llegaron, y de todos ellos, las palabras que su hermana le dijera hace un par de meses, antes de venir a Funbari, hicieron que su andar fuera más lento...
* No puedes seguir así, pasas más tiempo allá que con tu familia... No has hecho nada en este tiempo. ¿Qué pasó con el campo de plantas?, qué pasó con tu sueño?. *
No tuvo, ni tiene respuestas para esas palabras, pero sabía que Pilika tenía razón en algo: él hizo de lado todo y sin siquiera saber por qué. En realidad en todo este tiempo no había hecho absolutamente nada, por eso regresaría a Hokkaido, para seguir con su vida y dejar que la itako siguiese con la suya.
~*~
~*~
~*~
Entró a la habitación casi vacía, en cuyo centro se hallaba un futon más grande de lo normal, ahí recostó cuidadosamente a la rubia, más cuando quiso incorporarse se dio cuenta de que los suaves brazos de la chica se lo impedían.
* Si te digo que no quiero que te vayas, seguro no me creerás... como yo misma no me creo ahora. *
Horo Horo podía sentir el cálido aliento de Anna acariciando su cuello y su oreja izquierda. Se sonrojó ampliamente, aun sujetando la cintura de la sacerdotisa, completamente consciente de que los brazos de la misma le rodeaban el cuello y que su cuerpo yacía sobre el de ella, haciendo de esta una posición poco decente.
Ese juego de palabras por parte de Anna le estaba haciendo bromas pesadas a su mente, por todo lo que comenzaba a imaginarse. Y el intenso latir de su corazón no le ayudaba mucho a pensar siquiera en decir algo.
Sin embargo, hablar ya de mucho no servía, pues sus miradas se cruzaron en algún momento, y por un simple instante, tan solo para que después fuesen sus labios los que se buscasen y unieran sin que alguno de los dos lo hubiese pensado.
Era un profundo beso que sencillamente se dio entre ellos, beso que le arrebató al joven todo deseo de regresar al norte.
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Ya sé que les interesa más el lemon, pero tampoco quería empezar el capítulo metiendo a estos dos a la cama así nada más. NO !.
Como ésta pareja me gusta mucho, quiero plasmar muchos detalles de su relación, pero descuiden, el próximo capítulo es lemon y no será el único.
Quiero que este fanfic derrame miel, así que habrá mucho amor, malos entendidos, lágrimas y lemon ^0^.
—I love HOROxANNA—.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 25 de Mayo de 2005.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
|| Capítulo 3 ||
Es como volver a empezar _C3_

Anime: Shaman King
Rating: M
Pareja: Horo Horo & Anna
Sinopsis: Después de la muerte de Yoh, hay alguien que se preocupa por Anna. Pero, ¿él?... ¿por qué él?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 3: “Durmiendo tranquila en brazos del ainu” ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
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Su corazón pareció detenerse por un segundo cuando los labios de la itako encontraron los suyos, más luego ya no estaba muy seguro de lo que pasaba.
Su lengua penetró en la boca de Anna hasta encontrar la lengua de ésta y jugar a entrelazarse una y otra vez; sus manos se aferraron a la cintura de la rubia, y de vez en cuando acariciaba su espalda.
““Era la esposa de Yoh, la mujer que él tanto quería y que yo detestaba… no debo seguir.””
Eran los desordenados pensamientos que agobiaban al shaman, pensamientos que de nada sirvieron, pues sus labios se aferraron a seguir unidos a los de la sacerdotisa; además, sentir como las suaves manos de la itako acariciaban su rostro y su pecho, sin mencionar los débiles jadeos que de la boca de ella escapaban, lo volvieron loco de deseo.
Su exquisito aroma lo relajaba y al mismo tiempo lo invitaba a seguir.
““Quiero estar con ella.””
Sí, no podía mentirse a si mismo, mucho menos con el vestido mal puesto de Anna y él habiendo perdido la camisa.
Escondió el rostro entre el cuello y el hombro de la sacerdotisa, mientras sus manos, presurosas, se deshacían de la vestimenta de la mujer, esto claro, sin perder la oportunidad de recorrer las largas piernas femeninas.
Las pequeñas manos de la rubia se enredaron juguetonas en el cabello del ainu, perdiéndose en el azul sin dejar de acariciarlo con un poco de desesperación, y reteniéndolo ahí, recargado sobre su hombro.
Quemaba, un calor agradable que la obligaba a respirar agitadamente.
““No puedo… Yoh… Horo Horo, yo...””
Sus ideas eran un verdadero caos.
Al estar con Horo, no podía evitar recordar a su esposo y que el peliazul fue su amigo, amigo con el que ahora se estaba abrazando, besando… quiso detenerse, separando sus labios de los del shaman del norte, pero al hacerlo inevitablemente se miraron el uno al otro. Fue como si el tiempo se hubiese detenido; en ese momento, descubrieron las emociones, dudas y sentimientos que cada uno experimentaba.
* Anna… yo no sé, no comprendo… *
Lo escuchó decir, con ese apuesto rostro tan cerca del suyo; lo sintió acariciarle las mejillas de forma tan suave que la tensión desapareció, más aun con el cálido aliento del shaman chocando con su rostro, tranquilizándola.
Volvieron a unirse en un beso más tranquilo, lento y profundo.
El joven se dedicó a guiar sus ansiosos labios por todo el cuerpo femenino, abandonando la dulce boca de la itako y recorriendo el cuello de la misma, sus hombros… haciéndola temblar.
* Eres hermosa… muy hermosa, demasiado. *
Fue un halago del que la rubia no tuvo mucho tiempo de disfrutar pues los labios del ainu se habían posado sobre uno de sus senos.
Un corto y repentino beso que le erizó la piel, seguido de la exquisita sensación de sus pechos siendo recorridos por la legua del shaman.
Intensos gemidos se le escaparon de la boca, haciendo que el silencio en la habitación se interrumpiera; eran las voces de ambos, entre jadeos, las que resonaban no solo en la habitación sino en toda la casa, esa casa que durante las noches se mantenía en absoluto silencio, y ahora se llenaba con los sonidos agitados de dos amantes improvisados.
Entregándose por completo a las disposiciones del muchacho, Anna solo se dejaba hacer sin esperar que los labios de Horo viajasen de sus senos hasta su entrepierna; fue un movimiento tan rápido e inesperado, que la mujer solo abrió desmesuradamente los ojos a causa de la sorpresa; el peliazul había hundido el rostro entre sus piernas, degustando la intimidad de la itako.
* ¿Qué, qué haces?… ¡ detente !… *
Anna quiso alejar de su cuerpo al joven, pero la fuerza se escapó de su cuerpo, terminando por rendirse ante la intensa excitación que esto le provocaba.
La lengua de Horo, que se adentraba en su vagina, logrando que esta se humedeciera una cada vez más. Por otra parte, el muchacho se aferraba a continuar, su rostro envuelto en rojo, esto era lo más atrevido que había hecho en la vida y era excitante, agradable… delicioso.
Hace mucho tiempo no hubiese imaginado tener la cabeza entre las piernas de Kyouyama… jamás. Pero agradecía al cielo el poder hacerlo ahora.
Casi aferrado al clítoris de la chica, lamió y succionó el pequeño botón femenino, arrancándole gemidos y suspiros de placer a la rubia, que temblaba sofocada entre los tantos orgasmos que el peliazul le provocaba.
Sus movimientos eran tan intensos, incluso lo sintió succionar y morder suavemente ese pequeño botoncito fuente de placer; era normal que se retorciera ante los incontrolables deseos de su compañero y rendirse a un orgasmo más.
* Ho-Horo Horo, ya... *
Las palabras de Anna se atoraban en su pecho, no podía jalar aire, estaba tan agitada.
Entonces, el shaman se incorporó ligeramente tan solo para poder observar complacido el cuerpo de la itako, ese lindo cuerpo desnudo y a su entera disposición.
Pasó la lengua por sus labios, degustando aun de los líquidos de la joven rubia.
Horo dejó que su cuerpo se acomodase encima de su amante para luego besarla con furor, con gran deseo, mientras ella le devolvía la caricia que recibía.
Se sentía tan cansada, por eso le pidió que se detuviera, se sentía como si fuese su primera vez, algo un tanto comprensible considerando que hace más de un año que no tiene un encuentro sexual.
Desde que Yoh se fue, ella estaba demasiado triste como para pensar en eso, ni siquiera la idea de satisfacerse a si misma le cruzó la mente en todo ese tiempo, mucho menos la de pasar la noche con otro hombre.
Kyouyama se sonrojó ampliamente mientras sus ojos se posaban en los del peliazul, se sentía insegura, no sabía que hacer o que decir, se quedó inmóvil, era como si hubiese perdido la práctica y de hecho… así era.
* Si no quieres seguir… lo entiendo. *
Incluso después de escuchar la voz del ainu, solo atinó a bajar la mirada.
* No es que no quiera, es solo que… todo ha sido tan repentino, tan irónico… *
Horo Horo sonrió ligeramente con las sinceras palabras de la sacerdotisa. Él se sentía igual, tan inseguro, aun preguntándose como podía estar con esta mujer que años atrás le provocaba miedo, sin mencionar que no tenía ningún tipo de interés por ella, y ahora… estaba apunto de hacerle el amor.
El shaman hizo a un lado todos esos pensamientos, dejando que sus manos se dedicasen nuevamente a recorrer la pálida piel de la itako, viajando por la totalidad de aquel cuerpo hasta detenerse entre las piernas de la joven, introduciendo su dedo medio en la vagina, logrando que Anna se retorciera de placer, más trató de calmar las ansias que la quemaban, permitiendo que Horo Horo la estimulase de es amanera, metiendo y sacando el dedo de su cuerpo, en un ciclo que la hizo gemir ya sin reserva.
Anna separó un poco más sus piernas, permitiéndole a su amante una mayor libertad para penetrarla así.
Se aferró al cuello del shaman de hielo al ser presa de una nueva oleada de placenteras sensaciones; sentía como su vagina se contraía aun después de que el dedo del peliazul saliese de su intimidad.
* Eres un ecchi… un adorable ecchi, hentai. *
Le dijo la itako, entre besos apasionados y ligeros jadeos.
La mujer dejó que una sonrisa se diera en medio de aquel beso mientras sentía como Horo Horo se acomodaba entre sus piernas, con el pene erecto apuntando hacia su sexo.
Lo sintió deslizarse tranquila y cuidadosamente hacia adentro.
Los primeros roces los hicieron gemir deseosos, tanto que tuvieron que romper el beso para poder jalar aire y continuar con la unión de sus cuerpos.
Con avance lento, tranquilo, pero en extremo placentero, el ainu experimentaba la pasión que esta mujer era capaz de desbordar.
Tan sexy, tan despampánate, tan intensa… tan Anna.
Ahora que ella esta con él, desde esta vez, le esta diciendo que disfruta de su compañía, por eso esta haciendo el amor con él, con el shaman de hielo.
El peliazul se dejó envolver por los brazos de la rubia, mientras el deslice de su miembro finalmente lo hizo llegar hasta el fondo del cuerpo femenino, después dejó que su pene entrara y saliera una y otra vez.
* No quiero soltarte. *
En verdad no quería soltarla, dejarla ir.
La adoraba, la deseaba, no podía, ni quería soltarla, así que se aferró a su estrecha cintura, sujetando firmemente la sutil, pero bien marcada, curva que delineaba su forma de mujer.
Horo bajó un poco la mirada, encontrándose con ese par de perfectos senos que, con ese danzar al ritmo de sus embestidas, lo incitaban a probarlos nuevamente. Poco tardó en atrapar entre sus labios el pecho izquierdo de la itako; como desesperado, succionó el duro pezón, siendo recompensado con los profundos gemidos que soltaba su amante.
El morbo y la excitación eran ya incontenibles.
Sin haber dejado de clavarle su espina a la chica, sintió como su miembro recibía magnificas vibraciones producto de las contracciones de la vagina de Anna, que lo aprisionaba dulcemente en su interior, volviéndolo loco de placer.
La ansiedad lo estaba sofocando, sentía que en cualquier momento sucumbiría ante la excitación, pero no deseaba arruinar el momento, quería hacerla gozar, que no dejara de sentirlo.
Mientras tanto, Kyouyama respiraba cada vez más agitada ante las sensaciones deliciosamente perversas que este shaman le hacia sentir.
Las penetraciones se habían vuelto fuertes y profundas; sintió la llegada del placer, y aun cuando hizo lo posible por soportar un poco más, la sacerdotisa fue atacada por un delicioso orgasmo que la hizo gritar de inmenso gozo, aferrándose al cuerpo del muchacho, dejándole la piel marcada al haber clavado sus uñas en la espalda del ainu.
Sí, ese fue su clímax, pero el que Horo Horo sacara el pene por completo de su vagina y lo volviese a introducir con fuerza, fue algo que no esperaba sentir, la intensidad y la sorpresa prolongó su orgasmo, dejándola cansada y sin aire.
Ni siquiera tuvo fuerzas para gritar, tan solo dejó que la sensación la llenase hasta agotarla por completo mientras sentía a su vagina contraerse agitadamente, y al shaman que seguía penetrándola un poco más.
El muchacho apenas tuvo tiempo para acomodarse y penetrar una vez más a la itako, luego cerró los ojos con fuerza al tiempo en que se dejaba caer rendido sobre el cuerpo de la mujer.
Respiraba agitado cerca del rostro de la chica, sus alientos chocaban entre si, hasta que terminaron besándose lenta y tranquilamente, un beso que logró relajarlos.
* Lo siento. *
La sacerdotisa no entendió. ¿De qué demonios se estaba disculpando?.
Entonces, Horo Horo la miró con ternura; no pretendía que su semen invadiese su cuerpo, no quiso ser descuidado, pero estaba totalmente entregado y fascinado de tenerla entre sus brazos y solo para él, que, ahh. . .
La rubia, con expresión seria, tomó el rostro del shaman entre sus manos, acariciando suavemente ese apuesto rostro. Estaba bien, sentir su esencia escurrir entre sus piernas era una sensación verdaderamente excitante, deliciosa.
Permanecieron un rato más sin romper la unión de sus ya cansados cuerpos, hasta que el miembro del peliazul comenzó a reducir su tamaño, regresando a su forma normal.
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Ahora ambos yacen recostados sobre el futon; el ainu justo detrás de ella, la abraza rodeando su cintura, le encanta estrecharla de esa manera, es como si la reclamase como de su propiedad.
Besa su oreja y le susurra algo de vez en cuando, pero ella se siente intranquila, nerviosa.
* Entonces… ¿te irás mañana?. *
Era claro el reproche en su hermosa voz.
Horo Horo la hizo girarse suavemente para recibirla entre sus brazos sin pretender soltarla por el resto de la noche.
Un beso suave y tranquilo, lleno de ternura, fue su intento por tranquilizar a la joven… y lo logró.
* No, no podría, a menos que… tú así lo quieras. *
Tan lindas y sinceras palabras no lograron que la expresión de Anna cambiase; el suyo era el mismo hermoso rostro reflejando frialdad.
La itako no dijo nada, solo se acurrucó sobre el pecho desnudo de su compañero mientras cerraba los ojos. Eso fue todo, no había nada más que decir.
Comprendiendo su silencio, el shaman de hielo, descansa la cabeza sobre el rubio cabello de su amada.
Horo Horo comienza a hacer planes para su futuro, porque ya no se imagina un futuro sin ella. Sin que Anna Kyouyama lo mande o lo obligue a realizar todo el trabajo de la casa, sin que le grite… sin hacerle el amor.
Anna terminó dormida tranquilamente entre los brazos del shaman, pero él no tiene sueño, le complace contemplar a esa mujer, le produce un sentimiento tan cálido.
Más repentinamente siente una presencia en la casa…
* ¡ No puede ser !… *
Exclama sorprendido, mientras clava los ojos en la puerta de la habitación; allá afuera hay alguien que lo espera.
Por primera vez en la vida no sabe si lo que siente es miedo o enojo, y se pregunta que debe hacer.
Aprieta los dientes con fuerza, pues no importa la razón por la cual el dueño de esta presencia haya venido precisamente ésta noche, no puede ser nada bueno para él. . .
* O, quizás, para Anna. . . *
Sin finalizar.
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Ah, lemon por fin… en mi opinión, este es uno de los pocos escritos en que he realizado una muy buena mezcla de erotismo y romance; ustedes dirán.
Este par tendrá unos cuantos encuentros más adelante, aunque también habrá capítulos que serán más de explicación que de lemon, como el próximo ^^’…
—I love HOROxANNA—.
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Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.
Totalizado el 25 de Mayo de 2005.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
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|| Capítulo 4 ||